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Mascarillas y protagonistas: La filosofía de vida que aprendí viendo anime

Hola, soy Lore y tengo una confesión que hacer: mientras escribo estoy esperando que salga el nuevo capítulo de mi anime favorito.

Sí, soy una mujer de 34 años que ve anime. Y no, no me da vergüenza admitirlo.

Pero durante mucho tiempo sí me dio vergüenza. Porque cuando eres adulta y emprendedora, se supone que deberías estar viendo documentales de negocios o leyendo libros de productividad… No esperando con ansias los jueves y sábados porque salen los episodios nuevos de tus series favoritas.

Hoy quiero contarte por qué mis noches de anime y autocuidado no solo me han ayudado a sobrevivir al estrés de crear una marca, sino que han influenciado profundamente la filosofía de Nálbiko y mi forma de entender el cuidado personal.

Cuando ChileVisión rompió mi corazón por primera vez

Mi amor por el anime no empezó en Netflix o Crunchyroll. Empezó en la televisión abierta chilena de los 90, cuando los canales nacionales llenaban sus mañanas y tardes con dibujos animados que, sin saberlo, nos estaban presentando una cultura completamente diferente.

Recuerdo estar pegada al televisor viendo Cazador X en ChileVisión. Gon, el protagonista, me tenía completamente cautivada con su determinación y su forma de ver el mundo. Y entonces, de un día para otro, la serie empezó de cero. Nunca vi el final. Mi corazón de niña de 10 años se rompió por primera vez, y fue por un anime.

Pero también estaban Sakura Card Captors con su magia y sus trajes especiales, Ranma 1/2 con sus transformaciones absurdas, Digimon con sus aventuras épicas, y Pokémon que todos conocíamos. Era una época dorada donde la televisión chilena, sin darse cuenta, nos estaba educando en narrativas que venían de una cultura que valoraba la perseverancia, la amistad y el crecimiento personal de formas que los dibujos occidentales no hacían.

No lo sabía entonces, pero estos animes estaban sembrando en mí una filosofía que años después aplicaría tanto a mi vida personal como al crear Nálbiko: la idea de que siempre se puede volver a intentar, de que el crecimiento es un proceso constante, y de que cuidarse a uno mismo no es vanidad, sino necesidad.

El regreso del anime (y de mí misma)

Durante años, como muchos adultos, dejé el anime atrás. Universidad, trabajo, responsabilidades... parecía que no había espacio para esas "cosas de niños" en una vida adulta seria.

Hasta que llegó Attack on Titan (Shingeki no Kyojin).

Aunque el final fue decepcionante (cualquier fan me entenderá) las primeras temporadas me volaron la cabeza. De repente tenía 25 años y estaba obsesionada con una serie animada sobre gigantes que se comían personas. Y me di cuenta de algo importante: había pasado años negándome algo que genuinamente me hacía feliz porque pensaba que no era "apropiado" para mi edad.

Fue mi primer acto real de autocuidado emocional: darme permiso para disfrutar lo que me gustaba, sin justificaciones.

Ahora, a los 34, mis jueves y sábados son sagrados. Me preparo algo rico para comer, me pongo cómoda, y veo los episodios nuevos con mi pareja. A veces, si el día fue especialmente duro, me pongo una mascarilla mientras veo. Es mi ritual de descompresión, mi forma de decirle al mundo que por estos 20 minutos, solo importo yo y esta historia que me está transportando a otro lugar.

Mascarillas de arcilla y filosofías de vida

Aquí es donde se pone interesante la conexión entre anime y autocuidado, porque no es solo coincidencia que ambos vengan de culturas asiáticas que entienden el cuidado personal de manera muy diferente a Occidente.

Cuando veo animes más maduros, especialmente los que muestran adultos en oficinas o en situaciones cotidianas, hay algo que siempre me llama la atención: los personajes se toman tiempo para sí mismos sin culpa. Toman baños largos, se cuidan la piel, se preparan comidas bonitas, crean pequeños rituales que honran su bienestar.

En Occidente, especialmente en Chile, nos criaron con la idea de que cuidarse mucho es vanidad, que invertir tiempo en uno mismo es egoísmo. Pero la cultura asiática—tanto la que vemos en anime como la que hemos adoptado a través del boom del K-beauty—nos enseña que el autocuidado es respeto hacia uno mismo y hacia los demás.

Mi mascarilla de los sábados mientras veo anime no es solo skincare. Es mi forma de honrar el hecho de que merezco cuidado, de que mi piel merece atención, de que mis momentos de paz son tan importantes como mis horarios de trabajo.

Y sí, a veces en invierno me da frío en la cara y no me pongo la mascarilla. Y está bien. Porque el autocuidado real no es perfecto, es constante pero flexible, como los personajes de anime que fallan, aprenden y vuelven a intentar.

Los personajes que me enseñaron sobre la fuerza femenina

Si tengo que ser honesta, mis personajes favoritos de anime han influenciado más mi forma de ver la feminidad y el autocuidado que cualquier revista de belleza.

Akane de Ranma 1/2, que volví a ver con el reestreno reciente, sigue siendo mi favorita. Es una mujer fuerte que no se deja pasar a llevar, que tiene sus propios objetivos más allá del romance, que pelea por ser más fuerte y más ella misma. No está constantemente preocupada de gustarle a alguien más, está preocupada de gustarse a sí misma.

Los personajes femeninos de Studio Ghibli son especialmente San de Princesa Mononoke y Sophie de El Castillo Ambulante, quienes me enseñaron que la belleza femenina puede ser feroz, independiente, compleja. Que cuidarse no es para complacer a otros, sino para honrar tu propia fuerza.

El arte de no rendirse (lección anime aplicada al emprendimiento)

Una de las cosas que más amo del anime es su filosofía inquebrantable del "nunca te rindas". No importa cuántas veces el protagonista falle, siempre hay una forma de levantarse, aprender y volver a intentar.

Esta mentalidad me ha salvado más veces de las que puedo contar mientras construíamos Nálbiko.

Cuando nuestro primer lote de productos no resultó como esperábamos, recordé a Ash Ketchum y su persistencia a pesar de no ganar los torneos. Cuando las regulaciones cosméticas en Chile parecían imposibles de obtener, pensé en Senku de Dr. Stone y su metodología científica para resolver problemas complejos cuando tienes literalmente NADA. Cuando los días de depresión me hacían sentir que no podía seguir, me acordaba de todos esos personajes que encuentran fuerza en la vulnerabilidad.

El anime me enseñó que está bien fallar, que está bien tomarse pausas, que está bien no tener todas las respuestas. Pero que siempre, siempre se puede volver a intentar.

Y esa misma filosofía la aplicamos a nuestros productos: está bien si tu rutina de skincare no es perfecta, está bien si algunos días te olvidas de cuidarte, está bien si tu piel no se ve como en Instagram. Lo importante es que cuando puedas, cuando tengas ganas, cuando te sientas lista, vuelvas a intentarlo.

Los prejuicios que tuve que desarmar

Seré honesta: durante mucho tiempo sentí que tenía que esconder mi amor por el anime.

Existe un prejuicio sobre las personas que ven anime, especialmente las mujeres adultas. Que somos raras, que no nos bañamos, que vivimos desconectadas de la realidad.

La ironía es que mi interés por el anime me llevó a interesarme por la cultura asiática en general, incluyendo su obsesión con la limpieza, los baños rituales, los cuidados personal meticulosos. El anime me hizo más consciente de la importancia del autocuidado, no menos.

Pero como emprendedora, sentía que tenía que proyectar una imagen "seria". Que hablar de anime podría hacer que la gente no tomara en serio nuestros productos.

Hasta que me di cuenta de que estaba cometiendo el mismo error que cometía la industria cosmética tradicional: pretender ser perfecta en lugar de ser real.

El emprendimiento me ha enseñado a validar todos mis gustos, a ser lo más auténtica posible. Las personas que nos sigue en Nálbiko nos sigue porque le gusta eso de nosotras: que somos reales, que no fingimos ser algo que no somos.

Y resulta que hay muchas más mujeres como yo de lo que pensaba. Mujeres profesionales, madres, emprendedoras que también ven anime los sábados en la noche. Que también se emocionan con las historias de perseverancia. Que también entienden que cuidarse puede ser un acto de rebeldía silenciosa contra un mundo que nos exige estar siempre "on".

Rituales simples, placeres complejos

Mis rituales actuales son deliciosamente simples: un episodio de anime durante mi hora de almuerzo (duran 20 minutos exactos, perfecto para un break real), y mis noches sagradas de jueves y sábados con algo rico para comer y, si mi piel lo necesita, una mascarilla.

A veces veo One Piece, que es eterno y me da esa dosis de aventura y amistad que necesito. Otras veces me sumerjo en Monster, que retomo cada cierto tiempo porque su misterio psicológico me fascina. Y siempre tengo algo de romance corriendo, porque todos necesitamos un poco de shojo en nuestras vidas.

No es que sea súper constante con las mascarillas, mentiría si dijera que es todos los sábados. Pero cuando lo hago, es perfecto. Es mi forma de decir: "Este momento es mío. Estos 20 minutos son para mí. Mi piel merece este cuidado, mi mente merece este descanso."

Lecciones de autocuidado que aprendí del anime

El anime me ha enseñado sobre autocuidado de formas que ningún artículo de wellness ha logrado:

  • Que la consistencia importa más que la perfección: Como en cualquier serie larga, lo que importa no es tener episodios perfectos todo el tiempo, sino seguir apareciendo temporada tras temporada.
  • Que está bien tomarse pausas entre "temporadas": A veces necesitas un hiatus para recuperar energía, planear mejor, cuidar tu salud mental. No es rendirse, es estrategia.
  • Que el crecimiento es lento y no siempre linear: Los personajes de anime no se vuelven fuertes de un episodio al otro. Practican, fallan, aprenden, vuelven a intentar. Mi piel, mi negocio, mi bienestar mental funcionan igual.
  • Que los pequeños momentos cotidianos importan tanto como los grandes eventos: No todos los episodios pueden ser batallas épicas. Algunos son sobre preparar comida, ir a la playa, o simplemente existir. Y esos episodios "rellenos" a menudo son los más importantes para el desarrollo del personaje.
  • Que puedes ser fuerte y vulnerable al mismo tiempo: Los mejores personajes de anime lloran, dudan, tienen miedo, pero no dejan que eso los paralice. Siguen adelante con sus lágrimas y todo.
Por qué Nálbiko entiende tu lado otaku

Cuando creamos los productos de Nálbiko, lo hacemos pensando en mujeres como yo: mujeres que trabajan duro, que tienen responsabilidades, que a veces están agotadas, pero que también se toman momentos para cosas que las hacen felices.

Nuestros productos están diseñados para esos rituales simples pero poderosos. Para esas noches donde solo quieres ponerte algo rico en la cara mientras te transportas a otro mundo. Para esas mañanas donde necesitas sentirte cuidada antes de enfrentar el día.

El futuro de mi autocuidado otaku

Mientras escribo esto, estoy esperando que salga la nueva temporada de varios animes que sigo. He aprendido que el autocuidado no es solo cremas y sérums. Es crear espacios donde puedes ser completamente tú misma. Es darte permiso para disfrutar cosas que te hacen feliz sin justificaciones. Es entender que cuidar tu mente es tan importante como cuidar tu piel.

Mis noches de anime y mascarillas no son escapismo. Son mantenimiento. Son mi forma de recordarme que soy más que mi trabajo, más que mis responsabilidades, más que las expectativas que otros tienen de mí.

Soy una mujer que puede dirigir una empresa y emocionarse con un episodio de romance shojo. Que puede formular productos cosméticos y teorizar sobre el desarrollo de personajes. Que puede ser profesional y otaku al mismo tiempo.

Y si tú también eres así, quiero que sepas que tienes un lugar en nuestra comunidad. Que tus gustos son válidos, que tus rituales son importantes, que tu forma de cuidarte es perfecta para ti.

Una invitación a tu propio ritual

No tienes que ver anime para entender de qué hablo. Tal vez tu ritual sea ver series coreanas, leer manhwas, escuchar K-pop, o cualquier otra cosa que el mundo considera "inmadura" pero que a ti te hace feliz.

Lo importante es que te des permiso para tenerlo.

Que entiendas que tus pequeños placeres no son tonterías, son necesidades. Que cuidar tu piel mientras haces algo que amas no es vanidad, es honor hacia ti misma.

La próxima vez que te juzgues por disfrutar algo que "no es para tu edad", recuerda esto: la vida adulta ya es suficientemente dura como para privarte también de las cosas que te hacen sonreír.

Ponte esa mascarilla. Ve ese episodio. Lee ese manga. Escucha esa canción que no entiendes pero que te hace sentir cosas.

Y si alguien te juzga, recuerda las palabras de todo protagonista de anime ever: sigues tu propio camino, a tu propio ritmo, sin rendirte nunca.

 

Con amor (y esperando el próximo episodio), Lore 💜