Ir al contenido

Envío Gratis sobre $35.000 RM 🚚

Página de inicio / Blog / Noches en vela y lo que me enseñaron sobre dormir y cuidarme

Noches en vela y lo que me enseñaron sobre dormir y cuidarme

Durante siete años viví en un ciclo extraño de sueño que llegué a pensar que era normal.

Me dormía bien. Ese nunca fue el problema. Apenas mi cabeza tocaba la almohada, me quedaba dormida. El asunto venía a las 2 o 3 de la madrugada cuando me despertaba y ya no podía volver a dormir.

No era todas las noches. Eran ciclos.

Dormía "bien" por algunos meses, y de repente llegaban 3 o 4 semanas donde vivía con 4 o 5 horas de sueño diarias. Y lo raro es que durante el día no tenía sueño. Funcionaba. Trabajaba. Nadaba. Vivía.

Pero algo no estaba bien.

Cuando Google ya no tiene más respuestas

Si estás leyendo esto y has probado mil cosas para dormir mejor, te entiendo completamente.

Yo probé TODO:

Manzanilla antes de dormir. Nada.

Valeriana. Tampoco.

Hongos adaptógenos que prometían equilibrar tu sistema nervioso. En mi caso, cero efecto.

Melatonina. Esta sí me dejaba dormir, pero despertaba sintiéndome peor, como si no hubiera descansado realmente.

Y lo más frustrante era ver a otras personas jurando que estas cosas les habían cambiado la vida.

¿Por qué a mí no?

Llegué a hacer mucho ejercicio para "cansarme más", pensando que si mi cuerpo estaba agotado tendría que dormir. Pero no. No funcionaba así.

También pensé que era estrés. Pero me pasaba en momentos de mucho estrés Y en momentos donde mi vida estaba tranquila.

No tenía sentido.

Ahora sé que mi caso era diferente.

Y tal vez el tuyo también lo sea.

El día que escuché algo que me cambió todo

Tengo que ser honesta: tardé siete años en ir al médico.

Siete años.

¿Por qué? Porque tenía miedo.

Miedo a que me recetaran pastillas para dormir. Miedo a crear dependencia. Miedo a los efectos secundarios. Miedo a admitir que "necesitaba ayuda" para algo tan básico como dormir.

Viví esos siete años pensando que eventualmente encontraría LA solución natural. El té mágico. La técnica de respiración perfecta.

Hasta que un día, escuchando un podcast donde entrevistaban a la deportista chilena Natalia Duco, ella dijo algo que me cambió.

Para tener una buena salud y un buen desempeño en la vida en general, el punto de partida es tener un buen sueño. Si eso no está bien, da lo mismo la cantidad de deporte que hagas, el agua que tomes, tu alimentación... No puedes comenzar a mejorar nada si el sueño no está resuelto.

Y algo hizo clic.

Llevaba años preocupándome por comer bien, hacer ejercicio, cuidar mi piel, trabajar en mi salud mental... pero estaba construyendo todo sobre una base rota.

¿Cómo iba a estar bien si mi cuerpo no descansaba realmente?

Lo que me dijo la neuróloga (y por qué me sorprendió)

Cuando finalmente fui al neurólogo, llevaba preparado mi discurso: "No quiero pastillas para dormir."

Y lo primero que me dijo la doctora fue: "No todos los problemas de sueño se resuelven con medicamentos. Vamos a ver qué está pasando."

Me explicó algo que nunca había considerado: mi caso era particular.

La mayoría de las personas no puede quedarse dormida.

Yo no podía seguir dormida.

Y eso requería un enfoque distinto.

El tratamiento que me dio fue una combinación de cosas:

Higiene del sueño (sí, es real y sí, funciona)

Nada de pantallas una hora antes de dormir.

Y esto: si me despertaba a mitad de la noche y no podía volver a dormir en 15-20 minutos, debía salir del dormitorio. Irme a otro espacio. Leer. Hacer algo tranquilo sin celular, sin TV, sin trabajo. Y solo volver a la cama cuando sintiera sueño nuevamente.

Esto fue lo más revelador.

Mi cama se había convertido en un lugar de frustración. De dar vueltas. De ansiedad.

Necesitaba "reprogramar" la asociación: cama = lugar donde duermo. No lugar donde lucho contra el insomnio.

Ejercicio estratégico

Solo deporte intenso en las mañanas. Después de las 4 PM, solo actividades suaves: yoga, meditación, caminatas tranquilas.

Yo nado por las mañanas, así que esto calzó perfecto.

Y sí, algo de medicación

Me recetó un mineral de venta libre para ayudar a regular el ciclo de sueño. Y una dosis muy suave de un medicamento "SOS" que me aseguró no genera dependencia.

¿Sabes cuántas veces he usado ese medicamento en 10 meses?

Una vez.

Porque todo lo demás funcionó.

Lo que cambió

Llevo 10 meses durmiendo mejor.

Y cuando digo "me cambió la vida", no estoy exagerando.

No me había dado cuenta de cuánto afectaba el mal sueño a TODO. Mi energía. Mi concentración. Mi estado de ánimo.

Mi piel. Las ojeras disminuyeron. Mi piel se ve más luminosa.

Y por primera vez en años, es verdad.

Pensaba que estaba "bien" con 4-5 horas de sueño porque funcionaba. Pero "funcionar" no es lo mismo que "estar bien".

Ahora sé la diferencia.

Lo que ojalá alguien me hubiera dicho hace siete años

Si estás leyendo esto y algo te resuena, esto es lo que me hubiera gustado escuchar:

No todos los problemas de sueño son iguales. Si algo no te funciona, no significa que estés haciendo algo mal. Tal vez tu caso requiere un enfoque distinto.

Pedir ayuda profesional. Trata esto con la misma seriedad con la que tratarías cualquier otra parte de tu salud.

"Natural" no siempre es suficiente. Está bien si las infusiones no te funcionan. Está bien si necesitas algo más. Tu cuerpo no está mal, solo necesita algo específico que las soluciones genéricas no pueden darle.

El miedo a los medicamentos a veces es más grande que el problema real. No todos los tratamientos generan dependencia. Un profesional puede ayudarte a encontrar algo seguro y adecuado para ti.

El sueño no es negociable. Es fundamental. Es la base de todo lo demás.

Pequeñas cosas que descubrí

Más allá del tratamiento, descubrí que crear un ambiente propicio para dormir hace una diferencia enorme.

Tu dormitorio no es solo un cuarto. Es el lugar donde tu cuerpo y mente intentan desconectarse del mundo.

Algunas cosas que a mí me funcionaron:

Oscuridad total.

Silencio o sonido blanco constante.

Y aromas que invitan al descanso.

Los aromas importan más de lo que pensamos. No es magia. Es que ciertos olores están asociados con la relajación del sistema nervioso. La lavanda, por ejemplo, ha demostrado en estudios reducir la ansiedad y mejorar la calidad del sueño.

Incorporar un aroma suave de lavanda en mi habitación antes de dormir se convirtió en parte de mi ritual de desconexión. Como una señal para mi cerebro: "Es hora de bajar la velocidad."

Si estás leyendo esto y no has dormido bien en meses

No esperes siete años como yo.

No dejes que el miedo a "necesitar medicamentos" te impida buscar ayuda.

No normalices estar cansada todo el tiempo solo porque "todavía puedes funcionar".

Tu cuerpo merece descansar. Tu mente merece desconectarse. 

Y tú mereces dormir bien.

 

Con cariño (y durmiendo mejor), Kathy 💜

Noches en vela y lo que me enseñaron sobre dormir y cuidarme
Deja un comentario
Los comentarios deben ser aprobados antes de que se publiquen.